Al crear un presupuesto para tu empresa estás planificando la cantidad de dinero que necesitarás para cubrir tus costos y derivado de esto también puedes fijar los precios, pero ¿cómo planear cuando algunos de estos cambian mes con mes? El problema con los costos variables es que son difíciles de predecir porque -como sugiere su nombre- rara vez son iguales. Lo mejor que puedes hacer es minimizar lo más que puedas la incertidumbre y armarte del conocimiento y herramientas para evitar que estos te descontrolen.
En un presupuesto tienes dos variables: costos fijos y costos variables. Los costos fijos no cambian en absoluto, y si lo hacen, tienen que ver con el contexto y circunstancias, y no están relacionados con la producción. Los ejemplos de costos fijos incluyen la renta de local, pagos de seguros, cualquier pago de un préstamo, suscripciones y salarios anuales. Son los mismos durante todo el año, lo que facilita que sean presupuestados.
Por el contrario, los costos variables cambian todos los días, y por lo tanto, todos los meses y todos los años. Normalmente pensamos en los costos variables de dos formas:
a) Costos de operación: Incluyen servicios públicos (agua y luz), gastos de uso de automóviles como gasolina, suministros de oficina y servicios profesionales cobrados por hora.
b) Costo de los bienes vendidos: A medida que aumenta el volumen de tu producción, los costos variables también aumentarán, ya que gastarás más en materias primas, comisiones por ventas y costos laborales directos.
¿Cómo afectan a mi presupuesto? De alguna manera, los gastos variables asociados a los bienes vendidos se controlan a sí mismos: si la producción disminuye, estos costos también se reducen.
Mientras, los costos variables de operación son más difíciles de planificar, aunque te puede servir tener una idea de cuándo van a subir o bajar. Por ejemplo, en regiones calurosas durante el verano, las facturas de electricidad tienden a dispararse a medida que los aires acondicionadores funcionan todo el día.
Por:
Jared Hecht